Y llego la noche del lanzamiento de País Canela. Me
alegraba saber que las buenas iniciativas tienen un eco en la gente, aunque el
resto de ella se niegue a ver.
Esa noche País Canela pasaría a ser también un medio
de comunicación que probablemente se convierta en el primer medio de difusión
de una cultura que hasta ayer no despegaba, pero que hoy tiene un motor llamado
“País Canela”
Espero que quienes estuvieron allí, hayan ido con curiosidad o con apego, y
comenzaran a empaparse, a oscultar un material rico en cultura, información y desmitificación de varios
temas tabú, aun cuando el resto de ellos aún se niegue a hablar. Y que mucha
gente se vaya involucrando con esta causa que no es solo de FranciscoGuayasamín, mía o de alguien más; sino de una parte representativa de la sociedad.
Me imaginaba a mí mismo pronunciado un discurso
aquella noche, un pequeño homenaje a su labor a lo largo de estos años. Algo no
muy cansón, pues en estos eventos sobran los halagos y las adulaciones de
aquellos que no solo se acercan a uno para compartir los triunfos, y que muy
pocas veces te soportan cuando estás en el piso aún sin poder despegar. Ese
discurso debía ser algo más bien dirigido aquellos que no lo podían oír en
aquel momento, a los que todavía no quieren oír.
En sí, mi discurso debía tener todos aquellos
argumentos que hicieron que Francisco dejara la comodidad de la platea de su
vida acomodada, y se lanzara al ruedo de sus convicciones, buscando conseguir que el mundo funcione como
debe funcionar, aunque sea por una sola vez. Debía resumir en uno solo, todos
los “carajos reprimidos” en la garganta, de cuando el camino y la gente se
volvían injustos y crueles.
Debía además nutrirse de su figura menuda con la
gorrita sobre la cabeza siempre rasurada, de su cuerpo alto y delgado, su
camisa de manga larga y el pantalón de casimir, y con su infaltable compañero:
el bolso de mano. Debía reflejar los rostros de todas las gentes que se cruzaron
en su camino para bien o para mal. Mi discurso debería incluir momentos de
silencio, ese silencio que deja la soledad de los pasos dados en solitario,
pero que ayuda a ordenar mejor los pensamientos y proyectar mejor las acciones.
¡Que no tuvo apoyo del ambiente gay discotequero!...
para algunos pesimistas esto podría ser una mala señal, pero para los
luchadores como el Pancho, solo son señales de oportunidades y nuevos retos.
Mejor aún, sí te critican!!!
¿De qué te vale Pancho Guayasamin las críticas de la
gente que no tiene idea del origen de tu esfuerzo?...
¿Cuántas sonrisas falsas has compartido, provocadas por la ignorancia de lo que
representa ser una minoría?...
¿Y cuántos más de aquellos sonreirían falsamente porque alguien más hizo lo que
ellos mismos no se atrevieron a hacer?
“Quédate con los buenos Pancho, quédate con los que de verdad te han apoyado y
te siguen apoyando. Y sigue consiguiendo cosas, ¡no por la fama, los créditos o
el reconocimiento!
Hazlo de la forma como lo has hecho hasta hoy, simplemente por saber que es lo
correcto, y por saber que “País Canela” es un instrumento de lucha a través de
la cual todos los sordos, ciegos y mudos de nuestra minoría, algún día, ojalá
no muy lejano: verán, oirán, y
hablarán.
No me quedare callado, no seré un ciego más que no ve las buenas iniciativas y
no las valora, no seré un sordo que solo oirá y hará lo que erróneamente
considera lo que más le conviene, no seré un mudo que callará lo que quiere
decir. No lo soy y no lo quiero ser.
Felicitaciones a Francisco Guayasamin, por País
Canela, el medio de comunicación del color del arco iris. Y felicitaciones a la
comunidad LGBT, aunque no vea, no oiga y no hable.
Cosme Córdova.
Publicado en la revista impresa "País Canela". Mayo 2005
Después de 26 años, volví al lugar donde experimenté lo que es el infierno.
Nunca olvidare el 23 de diciembre de 1987, un día
antes de navidad, una fecha que marcó un
antes y un después en mi vida, un mal recuerdo que se volvió una pesadilla,
pero también, cuando pasan los años, uno se da cuenta que fue salir de un
infierno, que en este caso yo no lo escogí.
Algunos de los que me conocen saben que a la edad de
cinco años fui raptado por una familia que después se presentó como “adoptiva”,
del cual, mi primera bienvenida a
aquella casa fue el abuso sexual de una persona de la cual ellos pusieron para
vigilarme.
Luego puedo sonar muy dramático, pero al que llegué a llamar "padre" era un hombre con un grado de irresponsabilidad bárbara ante su vida, peor querer ser responsable sobre la mía, ya que padecía de alcoholismo y cada vez que venía borracho daba grotescos shows frente a mí, incluso algunos
de estos shows eran exhibicionistas donde estúpidamente presumía que su hombría estaban en sus genitales.
Aclaro este asunto, porque parece que los que adujeron
que habían hecho una obra de caridad conmigo al adoptarme, se olvidaron de todo
lo que yo tuve que pasar, y como ya es sabido, siempre este tipo de personas se
presentan ante el resto como “las víctimas” aduciendo que sin saberlo
adoptaron a un hijo “homosexual”. Eso no estaba en sus cristianos planes.
Aunque salí muy mal parado de esa casa, con un ánimo débil, mi parte espiritual me dio fuerzas para
investigar y descubrí que no solamente yo fui abusado por mis padres adoptivos,
sino , varios que fuimos adoptados sea legalmente o ilegalmente lo hemos sido, y al tratar de
denunciar estos abusos hemos sido silenciados ya que tras este negocio de vidas humanas, los
que manejan los hilos de estas mafias, algunos
ocupan cargos en los cuales uno cree que son personas que tienen un alto grado
de altruismo porque en su cuello llevan una cruz , andan con la Biblia y las
leyes en la mano, y se hacen llamar religiosos o religiosas, abogados caritativos, voluntarios, defensores de la vida, defensores de la familia y un largo etc., etc.,,
y etc.… en la cual la “viveza criolla” es su deporte favorito. Les deja cuantiosas
ganancias.
En Ecuador, el mundo de las adopciones y comercio
infantil es un mundo oscuro, cuyos participantes, se emboban fácilmente por la felicidad
tonta que da el tener por pocos instantes una buena cantidad de dinero en sus manos, a costa
del dolor de otros, y se creen tan protegidos porque en la mayoría de casos son
católicos o cristianos, que asumen por sus creencias que nunca les va a pasar
nada. Se sienten prácticamente protegidos por su Dios...que a la final es "el dinero".
Pero por lo que he visto, el final de todos los que
participan en este sórdido negocio, es tan cruel como la crueldad que ellos
tuvieron al comercializar con la vida de infantes y engañar a sus madres.
Lo malo es que algunos, aunque les siguen pasando tantos males en sus vidas, no han
aprendido la lección. Es duro admitir
para su inflado orgullo que han estado equivocados y jamás reconocerán sus
fallas y peormente pedirán perdón.
El maltrato y el abuso, siempre hay que denunciarlo, sin hacer
caso a aquellos que te dicen que hay que perdonar setenta veces siete o que el amor todo lo soporta.
Voy a sonar como Louise Hay, pero en realidad “la vida
es tan simple. Todo lo que das, lo recibes.
Todo lo que haces tiene su efecto. Tú das al universo maldad, vas a
recibir maldad, tú das bondad, vas a recibir bondad. Toda decisión tiene su consecuencia. Lo
principal en este aspecto es entender que toda acción genera una reacción.
Una vez trabajando en la Iglesia Católica conocí a un
Sacerdote que hacía investigaciones sobre las apariciones marianas. En ese tiempo
estaba causando revuelo las apariciones de la virgen en el Cajas, del cual
dentro de la Iglesia se descubrió que era una farsa, pero para seguir teniendo
más fieles católicos, la iglesia nunca lo denunció.
Él me dijo que la religión oficial del Ecuador no era
la católica, sino que se llamaba “Viveza criolla”, esa práctica común que tienen los habitantes de
este país, en las que por la ley del menor esfuerzo desean conseguir todo de
una manera rápida y fácil, en las cuales no importa el daño que se haga al otro,
porque en base a esta religión, el otro según ellos, es “tonto”.
El inteligente, el vivaracho, el sagaz, es aquel que roba, aquel que miente,
aquel que estafa, aquel que manipula,
aquel que consigue todo lo que desea sin importar el daño que haga a
otros, porque según su razonamiento, nunca le va a pasar nada.
En mi caso, eso me presumía Gulnara Lourdes Oliva, mi ex madre adoptiva, que a pesar de las
cosas ilegales que ella con su familia hacían, ella presumía – A mí Dios me protege.
En este caso solo Dios protege a los heterosexuales,
no importa que roben, mientan, sean infieles, estafen, tengan violencia
intra familiar, no respeten a las mujeres, paguen por sexo, vayan donde
prostitutas, se emborrachen, etc., etc., etc. Dios les protege… su Dios solo odia a los
homosexuales, no sé porque, pero nos odia.
En este caso, la religión de la viveza criolla, es la práctica
del cristiano mediocre, que cree que por irse a confesar y rezar 3 padres
nuestros ya está perdonado o la del
cristiano evangélico, que le resulta
sumamente fácil declarar que Jesús es el
único hijo de Dios y que es su salvador, y de esa manera ya no se va a ir al infierno. Pero al final,
salen de sus templos y continúan con la práctica de su verdadera religión... “la viveza criolla”. Este ritual les hace que sientan un extraño éxtasis donde siempre sienten placer al perjudicar al otro.
No hay coincidencias. Si uno toma la decisión de hacer
el daño a otro, creyendo que no le va a pasar nada, está sumamente equivocado. Todo te regresa, y no es un castigo divino,
es simplemente una ley para equilibrar fuerzas, una ley para que aprendas.
Aquí no hay el pretexto de “Padre, perdónalos porque
no saben lo que hacen”. Los seres humanos sí sabemos lo que hacemos, por eso
somos responsables de nuestros actos, y si entendemos esta ley, hay que atenerse a las consecuencias de
nuestras decisiones sin echar la culpa a nadie.
El 23 de diciembre de 1987, Gulnara Lourdes Oliva, a
la que por imposición y educación llegué a llamar madre, prácticamente me dejó
en la calle y como buena “cristiana” me dijo que había sido muy caritativa
conmigo, ya que sus obligaciones habían sido hasta los 18 años, pero como ya tenía 23, esos
cinco años que viví en su casa eran para demostrarme su benevolencia.
Luego su familia, todos ellos, almas de Dios, hicieron
todo lo imposible por destruirme. Todo
esto porque les pico el bicho de la ambición, ya que sus venas estaban
envenenadas por la envidia.
Pero a pasar de que les estaban pasando varias
tragedias a toda la familia ya que el plan para perjudicarme lo venían programando desde 1983, en vez de entender los
mensajes que el Universo les enviaba en el cual les decía que daño
con daño se paga, la explicación a estos
hechos fue aclarada por la teóloga Gulnara Oliva – Todo lo malo que nos está
sucediendo es porque tenemos un homosexual en casa.
A la semana de haber salido de casa, hicieron fiesta.
El triunfo estaba dado. Todo sería para ellos. Los nuevos herederos ya vivían
en la propiedad. Los que creí que eran mi familia se quitaban las caretas. Las que antes habían
sido las tías amorosas, ahora deseaban que me hunda, querían lo peor para mí, presumiendo que, sin ellos, yo no era
absolutamente nada.
A pesar de todo lo que hicieron, preferí alejarme, a lo cual, ellos interpretaron como miedo. – Es mejor mantenerse alejado de los toros bravos –
Me advirtió Iván Jácome, cuñado de Gulnara.
Mientras ellos festejaban su gloria y creían que el
dinero les iba a seguir llegando, me hice el tonto y me dediqué a investigar.
La providencia me puso gente de alma limpia y corazón rebosante de amor que me
protegió y me dio fuerzas para seguir adelante.
Apareció gente que me dio la mano y me enseño su alto grado de espiritualidad
que se demostraba en su amor al prójimo y su actuar casi anónimo, en el cual me
enseñaron que el universo tiene sus leyes, y que estas funcionan mejor que los
mandamientos bíblicos que casi ningún cristiano respeta.
Han pasado muchos años, y me toco volver aquella casa, para filmar una entrevista sobre mi caso.
Todos los que delante mío presumían que esa casa era suya, todos los que
alardeaban ante el resto su nuevo
estatus de supuestos ricos, todos los que ostentaban su noble abolengo y su
piel blanca, ahora ya no están.
Gulnara está en quiebra, la casa embargada, ninguno llegó a ser rico, la parentela está separada… de lo que me robaron, ahora nadie
tiene nada.
Cuando a Gulnara Oliva Báez le advertí que iba a pasar el tiempo y ella se
iba lamentar y hasta llorar por todo lo que ha hecho. Ella se burló sintiéndose
todo poderosa.
Pasó el tiempo, y prácticamente lo perdió todo, se quedó en la calle, y
anecdóticamente los que más abusaron de ella fueron los de su propia sangre,
siendo él que el que más la estafó,
Jairo Martínez, (ex esposo de su hermana) el mismo personaje al cual ella le encomendó la labor de pedirme que
abandone la casa. Sí que el mundo da
vueltas.
A veces creo que para varios de los “Guayasamín” que
he conocido en el transcurso de mi vida, yo me he vuelto su karma.
La viveza criolla en estos casos provoca en la gente las ganas de engullirse todo lo que puedan
tragarse, pero sin necesidad de trabajar, hacer esfuerzo o pagarlo.
Cuando a Mariana Guayasamín, se le dijo igualmente que
ella iba a pagar todo lo que había hecho con su abuela, a la cual maltrataba,
le robaba y hasta ambicionaba quedarse con toda su herencia, igualmente ella no
lo tomó en serio. ¿Cómo alguien que no es
de la familia le puede advertir de aquello?
Su ambición hizo que construyera su casa sobre un terreno de mi propiedad,
aduciendo que como yo era gay, no tenía herederos y además como yo no era de su
sangre, ella tenía todo el derecho de construir sobre mi propiedad.
De qué le sirvió tanta ambición, si hoy no tiene nada. En vez
de salir para adelante, cada vez de mal en peor. Y luego reclama a la vida -
¡Que puerca que es la vida! – suele repetir despechada, cuando la vida tan solo
es un reflejo de cómo es su interior.
Igualmente paso con Inés Guayasamín, que a pesar de
qué sabía la dura situación económica que estaba atravesando cuando me
encomendaron vender la casa de su propiedad, no me pagó la comisión
cuando la casa se vendió.
Parece que no se dio cuenta que después de la estafa, su hija y su nuero quedaron
sin trabajo por dos años, a pesar de que tenían dos hijas que mantener. ¿De qué
le sirvió el dinero que me estafó?
Cuando Emilio Guayasamín decidió con su pareja David Aguilar estafarme,
se sintieron triunfadores, incluso alver como quede desarmado, Emilio triunfante cito una frase de mi libro – La
decisión las tomas tú. Porque les advertí que, si tomaban la decisión de perjudicarme, se quedarían sin nada, pero
igualmente se rieron. David creyó que aquella ley era cosa barata, era brujería.
Luego de unos meses David perdió todo su negocio en
Ecuador, nadie de su familia le ayudo, luego le embargaron su casa, su hijo cayó en drogas, y toda esta
estafa salió a la luz, su tío, que
fue uno de los mentalistas de esta estafa, perdía lo que más quería, su hija…
pero hasta ahora se hacen los tontos, y no
entienden por qué la vida les castiga tanto.
A pesar de tantos perjuicios en mi contra, he
aprendido a nunca tomar venganza por mis manos, la vida se encargará, y
tal como Confucio lo dice - He visto caer uno a uno de mis enemigos delante mío, sin la necesidad de mover un solo dedo en contra de
ellos.
No hace falta vengarse, deja que la ley de acción y
reacción actué. Pero también ten claro, si te vienen las ganas de hacer daño a
alguien, piensa que a la final todo se te devuelve, y para que aprendas, se te
devuelve al 100 por uno. El universo no
entiende lo pretextos, ni los argumentos religiosos de “que no saben lo que
hacen”, porque para la creación los humanos tenemos inteligencia, y por
razonamiento sí sabemos lo que hacemos.
El universo te devuelve lo que tú le des, y si no
aprendes la lección… pues por tu tonta ambición sigue haciendo mal a otros, y
verás como en el momento menos pensado tu vida se volverá un infierno.
Por lo tanto, es hora de que aprendamos los
ecuatorianos, que la religión de la “viveza criolla” no funciona. El que la práctica es un tonto. A la final “la verdad siempre sale a la luz”.
Siempre el mundo da vueltas, toda acción tiene su
reacción. Todo el mal o bien que hagas,
te será devuelto. En pocas palabras “No
hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”, o tal como lo dice la sabiduría popular “Aquí,
en esta misma vida, todo se va pagando.