Francisco Guayasamín es un hombre abiertamente gay,
activista por los derechos de las personas de las diversidades sexo-genéricas y
dedicado al mundo del turismo para personas gay. Su encuentro con el
cristianismo se desarrolló en el credo católico. Sin embargo, sus vivencias se
encuentran matizadas por un hecho que lo marcó profundamente y el cuál ha hecho
público a través de medios de comunicación y su blog personal colgado en
internet.
Él nació en un convento católico en donde su madre, biológica lo abandonó cuando niño y fue criado, hasta los 5 años, por monjas del Hogar “Rosa Virginia” perteneciente a las “Madres del Buen Pastor” ubicado en el Valle de los Chillos cerca de Quito, Ecuador. En este hogar se dedicaba a la educación de niñas consideradas “problema” para sus familiares.
Posteriormente, Francisco fue adoptado ilegalmente por parte de una familia quiteña
conservadora, machista y católica formada por Alfredo Guayasamin y Gulnara Oliva Báez y que,
al cumplir 23 años, lo llevaría a huir de ese hogar por las experiencias de
violencia de las cuales es un sobreviviente (Guayasamín 2019). Francisco lo
pone en sus palabras de la siguiente manera:
Yo estuve viviendo en una comunidad
religiosa o con niños ahí, pero yo tenía como una atención
especial con las monjas porque luego descubrí que mi padre biológico, Esteban, les dado dinero (…)
Mis padres adoptivos eran de doble moral, muy católicos, muy conservadores,
pero poseedores un machismo tremendo (…). Nunca hicieron papeles de adopción. Lastimosamente,
al pasar el tiempo se descubrió que en la comunidad religiosa que yo vivía vendían
niños a familias europeas. También descubrí
que mi papá biológico, Esteban, era el
que pagaba a las religiosas y a mi familia adoptiva (Alfredo Guayasamin y
Gulnara Oliva Báez) para que me alejen lo más posible de mi madre biológica, Inès Loza - (Francisco Guayasamín, 10 de abril de 2021, entrevista). Ya que mi madre biológica se había unido como pareja de un proxeneta.
Al igual que muchas personas LGBTI criadas en familias
tradicionales-ecuatorianas, la moral tradicional católica relacionada con la
definición de familia y los roles de género, tuvieron repercusiones en su
aceptación como hombre gay frente a las normas y expectativas familiares,
sociales y religiosas:
- Pues
por todo lo que supuestamente decía la Biblia me afectaba (…) Viví con una
familia muy manipuladora que siempre me metió la idea de que yo era culpable de
todo (…) Yo viví con la idea, de un Dioscastigador. del Dios que tiene el infierno y que ese Dios está viendo solamente tus pecados (Francisco Guayasamín, 10 de abril de
2021, entrevista).
No obstante, la culpa y formas de violencia homofóbica
que vivió en su familia no correspondían únicamente a su orientación sexual y
expresión de género. Al haber sido un hijo adoptado, relata haber experimentado
tratos diferenciados que le ponían en una posición de inferioridad. Esto, le
resulta sorpresivo, debido a que, de acuerdo a su experiencia, son los
movimientos Pro-vida cercanos al catolicismo conservador
anti-género, quienes
en la actualidad con vehemencia promueven la adopción (únicamente reservada
para familias heterosexuales) como una de las opciones ante embarazos no
deseados. Esto contrasta con la violencia vivida por Francisco por parte de
personas pertenecientes a los movimientos mencionados:
- Yo
me eduqué con un complejo de rechazo tenaz, porque era raro que un hijo
adoptado sea bien visto en el contexto de una familia católica y conservadora,
que inclusive gente “Pro-vida” tenía ese concepto.
Yo llegué a los cinco años donde esa familia (Guayasamin – Báez) y lo primero que me dijeron: “eres hijo
adoptado y ser adoptado es malo.
O sea, ya con eso ya me clavaron el primer concepto de
que ya yo era malo” (…) En otra ocasión, un sacerdote católico me llamó hijo
bastardo, cuando fui a pedir mi acta de bautismo para poder estar con los Carmelitas y me dijo con un tono peyorativo: “Yo no entiendo como un hijo bastardo puede
estar dentro de la iglesia” (Francisco Guayasamín, 10 de abril de 2021,
entrevista).
Como ha sido evidenciado, Francisco vivió
fundamentalmente dos hechos de violencia simbólica y psicológica atribuibles a
motivaciones religiosas y morales sostenidas desde su familia de adopción como
por parte de actores de la Iglesia Católica con quienes ha tenido contacto en
su vida. Sin embargo, los hechos de discriminación vividos no implicaron el
cese de su deseo de cultivar su vocación religiosa y pertenecer a una comunidad
de fe cristiana.
FRANCISCO Y SU PEREGRINAJE CRISTIANO COMO PERSONA GAY
A pesar de que su experiencia de adopción ilegal
ejecutada en el convento católico que lo acogió por varios años, le había
dejado una sensación de profunda decepción (sumada a la homofobia
experimentada), su interés por temáticas de índole espiritual no cesaba de
hacerse presente, al igual que su vocación religiosa y deseo de
compatibilizarlo con su orientación sexual:
- A
pesar de todo, yo tenía una convicción religiosa. Nunca se me fue la fe en un
Dios que yo le veo en todo: lo veo en la creación, en la persona gay que sufre.
No es el Dios de la religión que dice “esto es así y solamente la Biblia es la palabra de Dios”.
Yo creo que todos somos hijos de Dios y siempre me he sentido protegido por una
fuerza amorosa, superior a mí. También. A los 19 años ya me había leído toda la
biblia, de la que rescataba los evangelios. A veces nos pasamos repasando los
versículos del antiguo testamento y en las cartas del apóstol Pablo (que
condenan la homosexualidad). Pero para mí la base de la espiritualidad
cristiana está en los cuatro evangelios; el resto no me pondría a discutir
(Francisco Guayasamín, 10 de abril de 2021, entrevista).
La fe de que la que habla Francisco Guayasamin le llevaría a abrir el sitio web
“País Canela” , blog virtual
sobre diversidad sexual que respondía a la necesidad que él veía en la sociedad
ecuatoriana de educarse en temáticas sobre las diversas orientaciones sexuales,
identidades y expresiones de género, con énfasis en la realidad de los hombres
gay, por ser el grupo dentro de las diversidades sexo-genéricas sobre el cual
se sentía con mayor autoridad para hablar, al estar atravesado tanto en su
cuerpo como subjetividad por la opresión diferenciada en contra de este
segmento de la sociedad:
- Yo
me quedo ahí, hablando de la realidad de los hombres gay. Sólo en la población
gay hay gran diversidad. El mundo gay que conozco, es muy complejo. Mucho más
el de las mujeres lesbianas quienes son doblemente discriminadas: por ser
lesbianas y por ser mujeres. La realidad de las personas trans es otra, igual
que el de las personas intersexuales (…) por eso no me denomino activista
LGBTI, simplemente creo que soy un activista de derechos humanos para la
población diversa, sin poder abarcarlo todo (Francisco Guayasamín, 10 de abril
de 2021, entrevista).
Esta expresión de su agencia individual frente a las
situaciones de violencia y discriminación que había atravesado, es
trascendental ya que ilustra el margen de acción individual del sujeto en
cuestión, frente a un ejercicio de poder vertical, homofóbico y basado en el
fundamentalismo religioso:
- Yo
creo que, si te quedas callado, y no revelas que eres homosexual, no pasa nada.
Muchos hombres gays o bisexuales siguen fingiendo que son heterosexuales. Nadie
lo nota, excepto si tienes rasgos de afeminamiento.
- Tuve
mucho rechazo no sólo por personas católicas sino cristianas en general (…)
Entonces hice una página que da información sobre diversidad sexual, que es
“País Canela” y comencé a
escribir contenidos sobre los tópicos que generaban mayor confusión porque hay
muchos mitos en cuanto a homosexualidad. Entonces desde ahí estoy metido más en
el campo de la comunicación. Tengo dividido por temas, incluida
la espiritualidad.
Imagínate que la gente decía: ¿será que los gays tendrán espiritualidad?
(Francisco Guayasamín, 10 de abril de 2021, entrevista).
La falta de espacios seguros para hombres gay y de
información sobre las posibilidades de desarrollo de la espiritualidad para
ellos, le llevó a investigar sobre la existencia de espacios de este tipo en el
extranjero, y a ponerse en contacto con la IELE (Iglesia Evangélica Luterana
del Ecuador) para encontrar un lugar seguro donde ejercer su derecho a la
espiritualidad sin sacrificar la visibilidad sobre su orientación sexual:
- Entonces
en ese proceso inicié también mi emprendimiento siendo guía de turismo gay y
conocí a una persona extranjera quién fue expulsado de la iglesia mormona. Ahí
me hablo de lugares en EEUU que se llaman “Pride Center” en donde hay
actividades artísticas, lúdicas y espirituales y con él formamos un primer “Pride
Center” en Ecuador, en donde proveíamos asistencia a personas con adicciones y
los LGBT podían expresar sus creencias y
practicas espirituales libremente.
Fue en ese entonces que recibí una llamada del pastor Felipe Adolf, de la
Iglesia Luterana de Quito, quién había visto mi blog y había leído los
artículos sobre cristianismo y homosexualidad. Él nos invitó a asistir a la iglesia
El Adviento.
Fuimos un domingo para ver cómo era el culto religioso. Fui solamente con este gringuito, pero tenía recelo y mucho
miedo porque usualmente en las iglesias cristianas te dicen “los amamos, pero no aceptamos su
pecado” (…)
Entonces fuimos a la iglesia con dudas y nervios tremendos porque yo, por
experiencia, siempre relacionaba al cristianismo con el rechazo a pesar de que interiormente seguía
creyendo en el mensaje de los cuatro evangelios.
Me encantó la homilía y el pastor dijo “esta iglesia es inclusiva, su
orientación sexual no nos importa, lo único es que vengan a expresar su fe a
Dios” y ahí conocí la iglesia luterana. Una vez que me aseguré de que el
ambiente era amigable con las personas gay, lo publiqué en mi blog. En el año
2011, de hecho, la mitad de la congregación éramos personas gay y lesbianas, incluso
teníamos grupos de apoyo a personas con adicciones y formamos un coro gay
(Francisco Guayasamín, 10 de abril de 2021, entrevista).
La apertura que encontró en la IELE posibilitó, en su
opinión, visibilizar lo que consideraba eran problemáticas frecuentes entre las
personas LGBTI de su contexto: la cual la falta de espacios seguros e
inclusivos para la práctica y expresión de su fe, y la falta de confianza de
las personas de las diversidades sexo-genéricas hacia las organizaciones religiosas, por la violencia y discriminación
histórica que, desde las mismas, se ha proferido contra este grupo poblacional.
Al respecto, brinda ejemplos de las razones que producen rechazo entre la
población LGBTI hacia sectores del cristianismo:
- Es
muy importante que sigan existiendo iglesias progresistas como la luterana, que
simplemente se basan en el mensaje de Cristo. Pero hay un gran problema: ¿cómo
llegas a las personas LGBTI después de todo el poder mediático que hemos visto
y que han logrado organizaciones como el Opus Dei, Pro-Vida e Iglesias que
lucran en nombre de Dios, que han logrado que haya más violencia contra de las
personas LGBTI. Por ejemplo, el afirmar
en sus campañas que: “los homosexuales van a dañar a los niños” o que esparzan
la idea de que “los homosexuales quieren
acabar con la iglesia” ha hecho que las personas que se creen cristianas, tengan
odio contra la comunidad LGBTI (Francisco Guayasamín, 10 de abril de 2021,
entrevista).
De ahí que considera fundamental que existan
comunidades de fe que:
- Promuevan
el diálogo con la población LGBTI. Inclusive conozco religiosos de la Iglesia
Católica que están abiertos (…) Vamos a descubrir que gran parte de la
población LGBTI somos espirituales, pero que no tengamos como expresar nuestra
espiritualidad, es otra cosa (Francisco Guayasamín, 10 de abril de 2021,
entrevista).
Para concluir el apartado sobre la experiencia de
Francisco, cabe destacar los siguientes puntos principales que su relato deja
como aportes fundamentales para esta investigación. En primer lugar, a raíz de
su experiencia siendo sobreviviente de adopción ilegal, violencia y
discriminación por su orientación sexual -por parte de instituciones y personas
pertenecientes al credo católico- Francisco ejerció críticas y cuestionamientos
a la posición oficial de la religión en la que fue bautizado cuando niño,
disintiendo especialmente en cuanto a la doctrina sobre la homosexualidad y la
moral sexual. Así también, aunque la existencia de estos potentes
cuestionamientos era ineludible, reconocía un gran deseo de ejercer su
espiritualidad cristiana, haciendo énfasis en su entendimiento del mensaje de
los evangelios y dejando de lado varios postulados contenidos en el Antiguo
Testamento y las epístolas del Apóstol Pablo, que condenan directamente la
homosexualidad.
Para concluir, el haber encontrado un espacio, como la IELE, le permitió
descubrir que la existencia de espacios para el ejercicio de la espiritualidad
cristiana sin el compromiso de la orientación, identidad y/o expresión de
género de cada individuo, eran posibles, de acuerdo a su visión.
Autor: Josué David Berrú Negrete.
* Feminismos, diversidades sexuales y fe cristiana: una aproximación a la
conformación de la disidencia religiosa en el Ecuador, en el contexto de la
arremetida hegemónica de los movimientos anti-género.
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